Necesitamos una Ola de Inversiones
Luego del coronashock, tenemos que poner en marcha al país reactivando los grandes proyectos de inversión que pueden generar empleo directo y darles más oxígeno a las fuerzas productivas muy golpeadas por la pandemia.
Por Roque Benavides Ganoza
Presidente del Directorio de Buenaventura
Soy un convencido de que en los momentos difíciles hay que tener determinación.
Han pasado más de 100 días desde que una pandemia puso en jaque a todo el planeta y en el Perú generó estragos solo comparables a las etapas más difíciles de nuestra historia republicana. Hoy nuestro país empieza a retomar progresivamente sus actividades, pero todavía en medio de un clima de incertidumbre y difícil camino hacia la reconstrucción.
Los estudios internacionales sobre rasgos del nuevo ciudadano pospandemia, señalan que existe una mayor sensación de vulnerabilidad. Las principales preocupaciones ahora están centradas en la salud y en la conservación de los puestos de trabajo. El Perú no escapa seguramente a esta tendencia. Miles de familias han quedado sin empleo y otros miles tienen miedo de verse desocupadas por efectos del coronashock, lo cual las acercaría peligrosamente a la línea de pobreza y a la informalidad.
Entonces, tenemos todos tenemos la obligación de escuchar a nuestros compatriotas, de ponernos en sus zapatos. Como país debemos tomar decisiones rápidas y con determinación, como por ejemplo ponernos de acuerdo para poner en marcha diversos proyectos de inversión pública y privada que reanimen y pongan a andar a nuestra economía, por supuesto que con los respectivos protocolos sanitarios y de seguridad, y con una verdadera vocación de entendimiento entre todos los actores involucrados en este objetivo.
A grandes males, grandes remedios, dice el refrán, y el Perú tiene a la mano enormes ventajas comparativas que debe aprovechar para salir de esta crisis humanitaria. Sobre estas ventajas quiero reflexionar con ustedes, amigos de Arequipa.
La tercera ola
Estamos hablando de una ola de reactivación económica, la cual debe venir tras contener la propagación del COVID-19 (primea ola) y luego de reactivar los principales sectores económicos y productivos del país (segunda ola).
Esta tercera y nueva ola de reactivación económica consiste en poner en valor todos y cada uno de los proyectos que tenemos a nuestro alcance a lo largo y ancho del país.
De esta manera, el primer impacto positivo de estas inversiones será la generación de miles de puestos de trabajo formal y encadenamientos productivos que son tan necesarios para poner en marcha otra vez los motores de la economía.
Nos referimos, por ejemplo, al proyecto de irrigación Chavimochic III, una importante obra de ingeniería hídrica que, gracias al caudaloso río Santa, en el norte, interconectará los valles que están aptos para la agricultura con un extenso canal que llegará hasta el valle de Chicama. Esto traerá, sin duda, un desarrollo prometedor para esta zona, además de los miles de puestos de trabajo que se generarían antes, durante y después de su construcción.
También tenemos la presa de Palo Redondo, una megaestructura que está al 80% de avance, pero que lamentablemente está paralizada por el caso Lava Jato. Esta obra, que forma parte del proyecto Chavimochic, también en el norte, tiene una capacidad de almacenamiento que supera los 400 millones de metros cúbicos de agua, y es vital para incorporar miles de nuevas hectáreas de cultivo.
Los peruanos tenemos todo el derecho a acceder a estas grandes oportunidades y a los más de 100 mil puestos de trabajo que se pueden generar con ellos. ¿Qué estamos esperando para sacar adelante estos proyectos?
En el sur del Perú, precisamente aquí en Arequipa, tenemos el proyecto Majes-Siguas II, otra gran obra de irrigación que también está paralizada. Existe una adenda que debe resolverse pronto para que se puedan retomar por completo los trabajos de construcción de este proyecto tan importante para los arequipeños.
Otros sectores clave son la pesca, la agroindustria, el turismo y los servicios, entre otras actividades que también deben ser impulsadas cuanto antes. Y, por supuesto, no podemos dejar de referirnos al sector minero, columna vertebral de la economía del Perú.
En el ámbito de la minería tenemos también muchísimos proyectos que siguen paralizados y pueden ser reactivados: Tía María, en Arequipa, es uno de ellos. Desde aquí invocamos a las autoridades a poner de su parte. En lugar de decir “Tía María no va”, debemos decir “vamos a hacer el esfuerzo para ponernos de acuerdo de una vez entre peruanos”, “vamos a trabajar juntos”. Hay que informar a nuestros hermanos del Valle del Tambo para que entiendan que ellos serán los principales beneficiarios de este proyecto.
Además, con Tía María se podría construir el reservorio de Paltiture en la parte más alta del valle del río Tambo, el cual generaría más agua para la población, para la ganadería y para la agricultura.
La hermandad del agua producto de una buena relación entre minería y agricultura son sumas que multiplican el impacto positivo en la sociedad. Ambas son actividades que se complementan y pueden convivir perfectamente en beneficio de todos.
No podemos olvidarnos de San Gabriel, Quellaveco, Zafranal, Pampa del Pongo y Mina Justa, proyectos trascendentales que deben avanzar lo más rápido posible. En el norte tenemos Michiquillay, Galeno, Conga, los sulfuros de Yanacocha, La Zanja y Tantahuatay, así como La Granja y Cañariaco, este último que se conoce desde hace muchos años en Lambayeque, región que está tan afectada en estos momentos de crisis sanitaria.
Como podemos ver, somos privilegiados. Hay muy pocos países en el mundo que tienen tantos proyectos mineros, hídricos y agroindustriales, entre otros, que pueden generar miles de puestos de trabajo e impulsar el desarrollo sostenible y, sobre todo, descentralizado del país. No podemos seguir viviendo de espaldas a la sierra, ni a la selva, ni a las zonas rurales del Perú.
Estamos convencidos que la única forma de superar esta crisis y retomar la senda del crecimiento es con inversión responsable y sostenible, priorizando, por supuesto, la seguridad de la gente, los protocolos sanitarios, que son tan importantes, y el cuidado del medio ambiente. Así podremos generar trabajo digno y formal, y luchar frontalmente contra la pobreza y contra la pandemia, porque sin recursos simplemente no habrá lucha exitosa.
Recordemos que en el Perú el 80% de la inversión es privada. Y de ese total, el 80% es nacional y únicamente el 20% es extranjera. Nuestro compromiso desde el sector privado es con el desarrollo del país.
Los peruanos sí podemos
A lo largo de nuestra historia, los peruanos hemos atravesado y superado terribles momentos de crisis.
Por ejemplo, la hiperinflación de 1988, el terrorismo que nos afectó económica y socialmente, y parte de ese daño lo seguimos viviendo hoy en día, el Fenómeno del Niño de 1983, que causó un decrecimiento de la economía en 13%, décadas antes, en 1929, el crack de la Bolsa de Nueva York causó un impacto significativo en nuestra economía; y, por supuesto, la guerra con Chile, en 1879, que generó probablemente el peor golpe que ha sufrido nuestra economía, con una caída del orden del 30%. Según el profesor Seminario, de la Universidad del Pacífico, la recuperación luego de esta lamentable guerra nos tomó nada menos que tres décadas.
Los estudios más recientes indican que en marzo de 2020, cuando estalló la pandemia, nuestra economía cayó en 20 puntos porcentuales. Asimismo, reconocidos economistas como Waldo Mendoza han comparado la crisis actual con la Gran Depresión de 1929.
Por su parte, el economista Elmer Cuba sostiene que este año el PBI nacional caería en 11.6%. Según las estimaciones, recién dentro de tres o cuatro años alcanzaríamos el PBI del año 2019.
Pero más allá de los números, lo cierto es que los peruanos sabemos levantarnos y trabajar unidos para salir adelante. Si bien esta crisis sanitaria es distinta, debemos enfrentarla con el mismo optimismo y firmeza que nos caracterizan.
Tenemos razones para mantenernos optimistas. Las políticas macroeconómicas nos han permitido contar con estabilidad para enfrentar esta crisis. En América Latina, el Perú y Chile serán los países que van a recuperarse primero, y eso se debe, como hemos dicho, a las sólidas bases macroeconómicas que se han establecido en el pasado.
Un tema que no nos cansaremos de repetir es que debemos evitar el populismo, un vicio que no nos conduce a nada. Lo importante aquí es no quedarnos en esta depresión, sino salir juntos de la crisis.
Todos somos parte de un mismo equipo. Pensemos en nuestros hijos, en los jóvenes que tienen un futuro por delante y que merecen vivir en un país desarrollado, con menos brechas sociales y más justicia, con acceso a servicios de salud y educación de calidad, y, por supuesto, con más oportunidades para todos. Los peruanos tenemos el derecho de exigir a nuestras autoridades que pongan todo de su parte, lejos de colores políticos o inclinaciones ideológicas, para alcanzar esa promesa.
Hay quienes hablan de la maldición de los recursos naturales, pero nosotros, desde nuestro rol como empresarios y profesionales, solo podemos hablar de una bendición de los recursos naturales a los que con trabajo tenemos que poner en valor para contribuir con recursos que le permitan al Estado invertir ahora sí en buenos hospitales, en nuestros valientes profesionales de la medicina, en una educación más digital, en mejores carreteras y puentes, y en tecnología e innovación.
El Perú es uno de los países más ricos en biodiversidad y con mayor concentración de minerales bajo la tierra. Es nuestro deber aprovecharlos de manera sostenible, segura y responsable en beneficio de la población y en especial de los más necesitados.
Autoridades, comunidades, empresas, gremios, ONG y universidades, ¡solo juntos y con determinación saldremos adelante!
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