Editorial Diciembre

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Recientemente se hizo público el “Ranking de la Confianza” elaborado por Ipsos Perú, en el que se muestra cuáles son las instituciones con mayor o menor nivel de confiabilidad por parte de la sociedad. De este ranking podemos extraer información preocupante: la población confía mayoritariamente en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, colocando en el otro extremo –el de la desconfianza– a los empresarios y las instituciones financieras.

Esto es alarmante, ya que, si tenemos en cuenta la poca eficiencia y la tendencia a la corrupción de las instituciones públicas, éstas deberían contar con una mala reputación. Sin embargo, esto no parece importarle al grueso de peruanos y, por el contrario, desconfían mayoritariamente de las empresas y empresarios: En la misma encuesta se indica que sólo el 26% de los encuestados considera confiables a los empresarios.

Ante esto, podemos atribuirle esta “crisis de confianza” a las empresas, contadas con los dedos de una mano, que se han visto envueltas en escándalos de corrupción y enriquecimiento ilícito, incrementando en menor o mayor medida la percepción errónea de que “todos los empresarios son malos”. Grandes destapes de corrupción como el caso Odebrecht han hecho un daño terrible a la reputación de empresas y empresarios, y no se ha ejecutado una estrategia firme para mitigar los daños.

Es así que considero un deber de todos –empresarios y gremios empresariales– hacer que esta percepción negativa de la ciudadanía cambie. Está en nuestras manos comunicar con una narrativa adecuada, oportuna y que conecte con el grueso de la población, cómo es que las empresas serias, formales, responsables y cumplidoras de la ley traen bienestar y progreso al país. No podemos quedarnos de brazos cruzados al ver que el mal accionar de unos pocos manchen a todos los demás.

Para terminar, quiero compartir con ustedes una interesante reflexión que Winston Churchill (ex primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945) pronunció hace muchos años, pero que aplica perfectamente a los tiempos actuales en los que vivimos: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”.

Bernardo Suárez Vivanco
PRESIDENTE DE ADEPIA

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