El efecto mariposa: la inversión y la teoría del crecimiento

El efecto mariposa: la inversión y la teoría del crecimiento

“La existencia de una acción o situación determinada puede provocar una serie de acciones o situaciones sucesivas que terminan provocando un efecto considerable que no parece corresponderse con la situación o evento que lo empezó”, dice la teoría del Efecto Mariposa.

A las 3:30 p.m. del 17 de agosto de 1999, entre más dudas que razones, el Puerto de Matarani se convirtió en el primer terminal portuario concesionado en el Perú. Y sucedió en un momento en el que el país empezaba a salir de años de hiperinflación y desempleo, nos reponíamos de una lucha contra el terrorismo- que había tomado casi 20 años ganarla-, y una evidente necesidad de desarrollar infraestructura suficiente para acompañar la apertura al comercio exterior y lo que sería la década de mayor crecimiento de nuestra historia.

Esa acción vista en retrospectiva 24 años más tarde fue, sin duda alguna, un hecho relevante para el futuro del país y el desarrollo de la industria portuaria.

Inversiones previstas de 100 millones de soles, en el transcurso del tiempo se convirtieron en más de 1,000 millones de soles para el desarrollo de infraestructura y equipamiento portuario en Matarani, las mismas que permitirían- además- que más de 24,000 millones de dólares de inversiones de la industria minera encontraran una alternativa competitiva y confiable para exportar sus productos.

Un puerto que inició con alrededor de 70 colaboradores, 24 años después, es una operación con oportunidades la- borales para casi 700 familias, quienes a su vez acompañan oportunamente al desarrollo de la minería en el sur y con ello la generación de más de 200 mil puestos de trabajo en la región, sin contar un importante número de empleos formales e indirectos producto de estas actividades.

Los resultados de esos primeros años de trabajo consistente, producto de la buena interacción entre el Estado y la empresa privada, establecieron un excelente antecedente para que multinacionales de la industria portuaria pusieran su mirada en Perú y que, posteriormente, el desarrollo de infraestructura y equipamiento del sector portuario registrara un crecimiento sin precedentes. Este a la fecha suma más de 3 mil millones de dólares entre inversiones realizadas y en proceso, todas ellas contribuyendo en igual o mayor medida a al desarrollo del comercio internacional, permitiendo tener en el mercado y a disposición de todos los peruanos productos elaborados en el exterior; pero sobre todo que nuestros productos puedan salir al mundo, contribuyendo así a la generación de empleo, recaudación de tributos y por ende al crecimiento del país.

Si miramos con más detenimiento cuántos puestos de trabajo se han generado desde el desarrollo de esta infraestructura en el Puerto de Matarani, cuántas oportunidades se han logrado para las industrias, cuánto desarrollo ha traído para nuestro país, seguro que ni el más optimista de los peruanos lo habría previsto…

Ese potencial multiplicador que tiene el desarrollo de infraestructura en transporte y comunicaciones en la economía de un país. Esa capacidad de unirlo con vías para llevar oportunidades a todos los rincones, de crear puertas de ingreso y salida con puertos y aeropuertos para la producción y comercialización de empresas pequeñas, medianas y grandes, de generar mejores condiciones de conectividad, y así mejores condiciones de vida, educación y salud, debe de ser tomado en cuenta con prioridad en nuestro gobierno y, de la mano de la inversión privada, canalizar todas estas oportunidades con políticas claras y decisiones concretas.

Más de 90 millones de toneladas han pasado por el puerto de Matarani desde 1999; la misma cantidad de soles ha invertido Tisur en salud, educación, servicios básicos, pistas y veredas, deporte y bienestar en la provincia de Islay, a través de diversos mecanismos como: Obras por Impuestos, desembolsos relacionados a responsabilidad social y pagos de retribución, que permiten que el mayor impacto de nuestra concesión se dé principalmente en la zona de influencia.

Muchos podrán pensar que ese hecho aislado no tiene necesaria conexión con esa cadena de hechos posteriores. Yo prefiero pensar que SI. Y seguro que Charito; quien hace 24 años-en una época en la que no se consideraba a la mujer como una opción para el trabajo por- tuario- encontró una oportunidad de desarrollo en Tisur, también. Al igual que su esposo, Mario, quien nos acom- paña desde hace 12 años con labores en la parte opera- tiva. O su hijo, Jason, quien tuvo la oportunidad de tener estudios técnicos, trabajar en el terminal de Matarani y en otros puertos del Perú. O su hija, Mariana, quien hoy estudia una carrera universitaria gracias a su esfuerzo y   a la oportunidad que le da sus Padres.

Y aunque “El Efecto Mariposa”, en realidad explica la teoría del caos que no es equivalente a los resultados de un desarrollo sinérgico y estructurado en estos 24 años, es si una referencia que ilustra cómo a partir de un suceso específico como lo fue la concesión del Puerto de Matarani en 1999, seguido de buenas decisiones empresariales, inversión, el entendimiento entre el Estado y el sector privado, la apuesta por el país y las mejores intenciones, se provocaron una serie de sucesos que desencadenaron un efecto de amplificación del crecimiento y desarrollo, efecto que trascendió a las casi 700 familias que trabajan en el puerto, que alcanzó a las familias de la región, del sur y de todo nuestro país. En todo caso; es bueno tener en cuenta que, cualquier acción o decisión que se tome hoy seguramente provocará situaciones futuras, ojalá tan positivas como las que hoy comparto.  No hacer nada o simplemente esperar a que pasen las cosas nunca tendrá el mismo efecto.

Jamás podremos opinar sobre acciones que no se dieron, minas que no operaron, carreteras que no se construye- ron. Seguro que esta primera concesión fue una acción, como otras, que permitió- con modernidad, eficiencia y sobre todo oportunidades- que las familias del Perú avancen.

Hay mucho más por hacer aún. Quizás es tiempo de que otra acción desencadene efectos importantes, o que simplemente los efectos sinérgicos de esa primera acción continúen conectando oportunidades para un fu- turo mejor. Hay proyectos mineros y agroindustriales esperando decisiones valientes, esperando contar con las condiciones adecuadas para reiniciar este círculo virtuoso de inversión, trabajo y oportunidades que tanto necesitamos. El Estado y la inversión privada en un trabajo de consenso debe lograrlo para que así, unos años más tarde, nuestros hijos puedan opinar sobre acciones y decisiones que efectivamente hoy tomamos.

Mauricio Nuñez

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